Necesito, más que nunca, recordaros que “SOMOS UNO”
Apreciados amigos:
¡Vaya curso nos está tocando vivir!
Cuando comenzamos con el lema “Somos Uno”, ¿quién nos iba a decir que tendríamos ocasión de vivirlo en estas circunstancias ocasionadas por la pandemia?
Y, sin embargo, estos tiempos nos han mostrado de manera más visible y concreta lo esencial del “somos uno”. Infinidad de frases y mensajes repiten aquello de “de esto salimos todos juntos” o “la remontada es cosa de todos”. Muchas son las expresiones, manifestaciones y llamadas a unirnos en estos tiempos duros, para plantarles cara.
Es verdad que la pandemia nos ha posibilitado ser más humildes y reconocer nuestras limitaciones. Nos ha hechoempujado a bajar del pedestal donde nos habíamos subido y nos ha enseñado que ni las ideologías, ni los partidos, ni siquiera el estado del bienestar… son capaces de asegurarnos la vida.
Y todo esto nos permite reaccionar y apreciar que no estamos solos; revivir que nos tenemos los unos a los otros. Estoy convencido de que cada uno de nosotros ha puesto su talento a disposición de las emergencias y hemos aprendido a crear vínculos que nunca nos hubiéramos imaginado.
Y también creo que hemos percibido la presencia de Dios con más profundidad, en los gestos de solidaridad, en las iniciativas para atender las circunstancias de los más pequeños y necesitados. A través de las iniciativas y de las respuestas hemos mostrado el rostro paterno y cercano de Dios. No nos hemos podido reunir físicamente durante mucho tiempo, no nos hemos podido abrazar y, a pesar de ello, se nos han hecho patentes las palabras de Jesús: “donde hay dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Por último, siguiendo con el “somos uno” y su resonancia en las circunstancias vividas, quiero hacer presente que éstas nos han ayudado a darnos cuenta de que la solidaridad es hoy necesaria entre todos, la necesidad de hacer caer fronteras y prejuicios, de valorar los trabajos más humildes como los más necesarios y que no se puede menospreciar a nadie ni tampoco dejar al lado el hombro de nadie dispuesto colaborar.
Al comenzar el nuevo curso, recordemos que la fe que profesamos nos habla de que la fraternidad puede construir positivamente una nueva sociedad. Y trabajemos por ello a lo largo de este año.
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